Los avances tecnológicos han llegado para quedarse. La tecnología ha permeado casi todos los aspectos de la vida cotidiana en las sociedades modernas. Con respecto a la digitalización electoral, la respuesta al porqué es simple: cuando un sistema está bien diseñado, su confiabilidad, las características como la velocidad, la seguridad y su precisión incrementan exponencialmente su incorporación.
La industria financiera, el transporte, y hasta la salud cuentan hoy con sistemas basados en el uso de la tecnología para incrementar la calidad, participación y eficiencia de sus servicios, reduciendo así costos y eliminando errores. En este sentido, las elecciones y el uso en los sistemas democráticos de gobierno, no son diferentes. Sin embargo, los procesos electorales, incluso en los países más desarrollados, conservan aún niveles de incertidumbre al aplicar la tecnología en todas sus etapas, especialmente en lo que se refiere al voto electrónico.
Por ejemplo, EEUU -el Estado de Los Ángeles-, Brasil e India han adoptado, de manera exitosa, la implementación del voto electrónico. Estas naciones cuentan con órganos electorales independientes que gozan de buena reputación. Especialmente en Los Ángeles han agotado detallados procesos de planificación y diseño con el fin de asegurar confianza y transparencia de los sistemas.
En este sentido, el voto electrónico plantea soluciones para hacer más rápido y preciso el procesamiento de los resultados, para que el voto sea más seguro, así como para garantizar el derecho al sufragio a poblaciones con accesos limitados.
Sin embargo, es importante entender que la digitalización electoral no significa solamente incorporar máquinas de votación para que los electores seleccionan sus preferencias en una pantalla táctil.
Muchas personas, hoy día, entienden equivocadamente que los beneficios de la modernización comprende en la adopción de tecnología. Pero por el contrario, no porque sea tecnología ya es algo bueno. Hay que saberlo hacer y esto abarca desde la licitación hasta la implementación, la ejecución del proyecto y su simultánea supervisión.
La digitalización electoral en Argentina, una experiencia de éxito con sistemas mixtos.
En Argentina, más de 25 millones de personas votaron de forma tradicional en 2019. A solo tres horas del cierre de la votación más del 70% de los resultados se encontraban disponibles en un sitio web que todos podían consultar, pero sobre todo, que servía para las auditorias que realizan los partidos políticos.
A la medianoche se tenía el 98% de los resultados de 10.000 centros de votación. Todo esto gracias al uso de tecnología en una fase crítica y fundamental del proceso.
Nunca se tuvo un resultado electoral de relevancia con tanta antelación y precisión (menos de un 1% de diferencia entre los resultados transmitidos el mismo día con el recuento manual publicados por el organismo oficial de ese país).
Los argentinos pudieron fiscalizar los reportes de escrutinio que emitían las autoridades de mesa desde la página oficial de resultados, garantizando la trazabilidad. Hubo operaciones mediáticas previas al escrutinio; pero al final de cuentas ninguna fuerza política puso en duda el resultado informado de manera oportuna la noche de la elección. De hecho, no hubo ninguna denuncia con respecto a los resultados finales.
Las elecciones de Argentina son un ejemplo de la correcta incorporación de tecnología en elecciones manuales. Un estudio realizado por la consultora MFG, luego de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) arrojó que, 97.9% de los agentes de Correo Argentino –que interactuaron directamente con la aplicación– calificó la operatividad del software de transmisión como un procedimiento “sencillo” y “muy sencillo”.
La modalidad de transmisión directa en Argentina (desde los centros de votación), permitió agilizar la carga de datos, y que los resultados de provincias remotas como Jujuy, Salta, Santa Cruz y Tierra de Fuego se transmitieran al mismo tiempo que los resultados de las zonas