El año 2019 quedará marcado en la historia latinoamericana por una ola de inestabilidad político institucional muy importante, que puso en jaque a muchos mandatarios. Miles de civiles impulsados por diferentes condiciones y contextos, salieron a las calles para demostrar su descontento y exigir la necesidad de nuevos contratos cívicos en la región. Venezuela, Perú, Puerto Rico, Honduras, República Dominicana, Panamá, Ecuador, Chile y hasta Colombia, fueron epicentros de las protestas.

Sin embargo, este dato contrasta con el hecho de que en algunos países de Latinoamérica el poder se traspasó pacíficamente y, tanto la oposición como el oficialismo, respetaron la institucionalidad democrática posibilitando un próspero desenlace. Estos fueron los casos de Argentina, El Salvador y Guatemala, donde hubo elecciones presidenciales pacíficas, y se confirmaron alternancias ideológicas en total normalidad institucional.

No obstante, vale destacar que mientras Argentina ingresaba en el año electoral sumida en una crisis económica y social, el proceso de elección del nuevo Presidente se llevó a cabo de manera ordenada y pacífica. Contrariamente a lo que sucedió en Bolivia donde hubo fuertes acusaciones de fraude durante el conteo de votos que afectaron tanto el proceso, que terminó con la renuncia del presidente Morales.

Bajo estas circunstancias y un contexto regional colmado de protestas (Chile, Ecuador, Colombia); factores como la transparencia y la velocidad en la entrega de resultados electorales fueron fundamentales para mantener la estabilidad y la paz de la nación. En Argentina, a partir de la introducción de una nueva modalidad de transmisión de los telegramas electorales, la velocidad con que las autoridades anunciaron los resultados preliminares de las elecciones quedará registrado como un récord histórico.

A tan solo 3hrs del cierre de la votación, con más de un 70% de actas procesadas, los resultados se encontraban en línea. Además, cada ciudadano pudo fiscalizar en internet los telegramas que completaron las autoridades de mesa, garantizando la trazabilidad y por ende la transparencia del proceso.

La transparencia en todas las fases del ciclo electoral es la garantía de que efectivamente las autoridades electas democráticamente representan la voluntad de la mayoría. Esto tiene como consecuencia que tanto las organizaciones con fines políticos como los ciudadanos, confíen en los procesos electorales y estén convencidos de que a través del voto se pueden dirimir las diferencias políticas.

Mientras en Argentina los diferentes partidos políticos aceptaban los resultados la misma noche de la elección, en Bolivia ocurriría todo lo opuesto. Una interrupción del sistema de transmisión de datos preliminares en las elecciones bolivianas produjo la inmediata denuncia de la oposición, acusando el fraude por parte del TSE e incluso fue necesaria una auditoría externa para determinar la gran cantidad de irregularidades.

Fue un año intenso y ruidoso en Latinoamérica. Esto claramente tiene que ser un llamado de atención para propios, quienes están viviendo estas olas de protestas, pero también para ajenos. Está comprobado que el involucramiento ciudadano en la esfera de lo público y el descontento ante indicios concretos o probables de fraude y corrupción, “empujan” a todas las autoridades políticas de la región a tomar conciencia de la importancia de cuidar las democracias.


Más noticias: https://infocate.com